Vivir en residencias de personas mayores: observaciones para un futuro mejor

Feb 9, 2024

Vicente Rodríguez Rodríguez y Carmen Pérez de Arenaza Escribano, Grupo de Investigacion sobre Envejecimiento (GIE), IEGD, CSIC


En la investigación en Ciencias Sociales uno de los retos a abordar es el de desentrañar el comportamiento humano en determinados entornos sociales, aun sabiendo que las capacidades para su investigación disponibles, siendo abundantes, no son definitivas. Ello adquiere mayor importancia cuando se realizan análisis de grupos humanos definidos por su forma de actuar como ente social en un espacio y un tiempo determinados, dada la multiplicidad de factores que pueden influir en ella.

De entre esos grupos, el de las personas mayores implica aún mayor dificultad en su investigación porque, a los factores generales, se añade uno que le es propio, el del curso de vida que la persona ha construido y que le marca su comportamiento presente. La construcción de una trayectoria vital moldeada por las capacidades propias, las estructuras familiares y de socialización y convivencia o los múltiples eventos, positivos y/o negativos, que pueden haber sucedido a lo largo de la vida, propician que las personas mayores tengan una forma particular y diferenciada de estar en el mundo. A ello se añade, en este caso, el que algunas vivan en entornos institucionalizados como las residencias de mayores, que procuran formas específicas de afrontar el día a día.

Conocer cómo se vive en las residencias de mayores es la premisa fundamental del proyecto “Entornos de las personas mayores, protectores en situaciones de emergencia sanitaria (COVID-19)”, auspiciado por el CSIC a través de las ayudas COVID y dentro del marco de la Plataforma Salud Global +[1], y aprobado por el Comité de Bioética del CSIC (ref. 114/2020). El trabajo se centró en la Comunidad de Madrid (España) durante el período de pandemia de COVID-19, en 2021, y posteriormente en 2023. Para conseguir la información adecuada al objetivo de analizar la situación de las personas mayores en residencias, se llevó a cabo una encuesta transversal, cuyos parámetros generales y principales pueden encontrarse en el estudio de diseño publicado en 2022 (Rodríguez-Rodríguez et al., 2022)

El cuestionario fue construido de forma cerrada, en varios bloques, con preguntas simples, compuestas, de escalas y de índices, adecuadas a la necesidad de recoger información de calidad, adecuada a los objetivos del trabajo y a los requerimientos operativos de las personas mayores de edad, a la hora de responder al cuestionario. Los resultados de este proceso han sido plenamente satisfactorios, habiéndose comprobado que el esfuerzo que hizo el equipo de investigación por hacer una encuesta cara a cara, y no mediante medios informáticos, fue una buena decisión.

El cuestionario en 2021 y 2023 contenía una última pregunta abierta, denominada “Observaciones”, en la que los/as encuestadores/as solicitaban cualquier otra información que la persona encuestada quisiera aportar, de forma libre y voluntaria.

¿Cuál era el sentido de esta pregunta? Desde un punto de vista práctico, sólo pretendía cerrar de forma amable el cuestionario, dejando la última palabra a la persona encuestada, y así su respuesta fue incorporada, de forma abierta, por el/la encuestador/a al cuestionario. Desde un punto de vista metodológico, esta pregunta permitió extraer alguna información que por no estar incluida en la estructura del cuestionario. El fundamento científico de tal pregunta radica en la idea habitual en investigación cualitativa, de que el investigador debe estar abierto a sustituir algunas ideas cuando los datos así lo aconsejan por su novedad y/o su inadecuación a las hipótesis previstas, lo que Kleining y Witt (2001) denominaron “irritación emocional”. Y esas ideas nuevas, en cuestionarios cerrados, suelen provenir de preguntas abiertas

Los resultados de ambas preguntas, la de 2021 y la de 2023, son obviamente diversos y no representan a toda la población encuestada, pero disponen de una información valiosa y rica que emerge de manera natural, en contraste con las preguntas cerradas. Su análisis es cualitativo y se ha realizado mediante la codificación de contenidos a través de Atlas.ti v23. De entre los instrumentos de análisis cualitativo disponibles (codificación de Inteligencia Artificial, conceptos, análisis de sentimientos, frecuencias de palabras) se ha optado por la lectura y codificación directa de contenidos para relacionarlos entre sí y representar su importancia en nubes de palabras, identificando 4 grandes ámbitos de preocupación o de valoración por parte de las personas mayores residentes (Figuras 1 y 2, el tamaño de cada palabra refleja la frecuencia en cada caso, pero no es idéntica entre sí).

Figura 1. Nube de observaciones 2021Nube de observaciones 2021

Figura 2. Nube de observaciones 2023Nube de observaciones 2023

Un primer hecho a destacar es que las respuestas a la pregunta “Observaciones” varían entre 2021 y 2023, esencialmente porque las condiciones derivadas del control de la pandemia COVID-19 en 2021, para evitar situaciones de contagio, no se mantenían con la misma intensidad ya en 2023, aunque las preocupaciones de las personas residentes pudieran asemejarse.

En segundo lugar, como se señaló antes, el cuestionario no pudo incluir todos los aspectos previsibles a investigar. Aun así, una rápida lectura de ambas figuras muestra un hecho destacado, y es que hay dos grandes preocupaciones entre las personas que reaccionan cuando se les pide una información añadida a la que se les ha preguntado al final del cuestionario. Una de ellas es la de la comida (en color rosa). El cuestionario sí preguntó sobre la satisfacción con las dotaciones de la residencia en la pregunta 12 (item 8: . Características y calidad de las dotaciones de la residencia (Ent. no leer: tamaño y diseño de la habitación, iluminación-luz natural, nivel de ruidos, temperatura, áreas verdes)), sin mencionar expresamente la “comida”: el nivel de satisfacción con este item es alto o muy alto en ambas oleadas, 93% en 2021 y 96% en 2023. Sin embargo, en las “Observaciones», la comida aparece claramente como un elemento de mucho malestar e insatisfacción. Pese a haber un espacio de dos años entre unas observaciones y otras, la comida es en ambos casos, la cuestión más repetida entre los/as residentes.

La valoración general de la comida es negativa, y produce un claro descontento. Si se analiza más en detalle los comentarios, su malestar oscila entre el disgusto de que no esté cocinada como la persona está habituada (‘está sosa’, ‘está mal cocinada’), hasta su total descalificación (‘está regular’, ‘está mala´, ‘está pésima’, ‘está muy deficiente). Incluso hay personas que perciben su deterioro en los últimos tiempos (‘estaba mejor antes’, ‘se ha desmejorado mucho’, ‘ha bajado mucho de calidad’), relacionado con la COVID-19 y la falta de personal suficiente.

Precisamente hay varios indicios de enorme importancia para dar valor a estas quejas de personas residentes, como son las noticias de periódicos nacionales, regionales y locales que se están haciendo eco, desde hace tiempo, de la falta de cantidad y de calidad de la comida en residencias, o las denuncias que en tal sentido están haciendo públicas las asociaciones de familiares de residentes (ej. Pladigmare, https://www.pladigmare.es/publicaciones/). Y el Ministerio de Consumo, en el año 2023, ha elaborado la guía Recomendaciones dietéticas para las personas mayores que reciben atención institucionalizada, con recomendaciones y consejos de carácter nutricional para que los centros residenciales pudieran tenerlo presente dado el nivel de descontento manifestado en los últimos años.

La segunda gran preocupación tiene que ver con las quejas sobre la falta de personal (color verde) como una condición esencial para el adecuado funcionamiento de la residencia. Y en este apartado, la gran mayoría de observaciones se refiere al ‘personal’ en general, aunque es previsible que tal asignación se refiera al personal auxiliar por ser el más abundante en número y el más frecuente en su trabajo diario con las personas residentes. En menor proporción se cita el personal de enfermería y médicos. Muchas observaciones relacionan la falta de personal (auxiliar) con la comida deficiente, con la falta de atención eficaz (‘atención personalizada’), con el trato desconsiderado para con los residentes (‘falta de empatía’, ‘falta de ética profesional’, ‘más paciencia’). Incluso algunas observaciones rayan con la vejación del personal hacia los residentes, cuando se refieren ‘gritos’, desconsideración durante la comida o comportamiento agresivo durante el aseo.

Aunque con menos importancia numérica, la valoración sobre el funcionamiento de las instalaciones (color rojo), especialmente en 2021 cuando la restricciones durante la pandemia pudieron estresar el funcionamiento de las residencias. Son habituales observaciones sobre el mal funcionamiento o defectos en las instalaciones o servicios de las residencias, incluyendo los robos de prendas de vestir en la lavandería, el mal estado de los baños y servicios así como la falta de aire acondicionado.

Finalmente, no hay que perder de vista que la valoración de la vida en la residencia durante y posteriormente a la pandemia puede estar muy condicionada por la propia situación de la persona residente (en color azul). En este sentido, se mezclan, por un lado, el estado de salud de la persona (sordera, falta de visión, distintas enfermedades, estado de ánimo) que puede limitar el uso del espacio (silla de ruedas), la atención recibida o las relaciones con otros residentes, y por otro, las condiciones familiares que reflejan la situación por la cual una persona vive en una residencia, de forma voluntaria u obligada (muerte de un familiar, no tener familia).

Como se ha comprobado antes, las observaciones están vinculadas por los contenidos que refieren, pudiendo establecerse de forma visual algunas de estas relaciones, utilizando solo las obtenidas de la muestra de 2023, más completa que la de 2021 (Figura 3).

La posición de la persona que responde muestra la dificultad de vivir en una residencia cuando se señalan diversos problemas físicos y mentales que pueden derivar en situaciones de dependencia e incomunicación. Esta situación lleva asociada una postura de aceptación de la residencia como solución, que inevitablemente se ve condicionada por la necesidad de recibir cuidados que afronten los problemas de salud y dependencia. En el mismo plano de atención, emerge la conveniencia de reclamar profesionales, generalmente auxiliares, que hagan posible una estancia más placentera y que su comportamiento sea respetuoso con los derechos de las personas residentes. Una forma de mostrar ese respeto es señalar las deficiencias en la comida, indicando la necesidad de una mejora en este servicio y de algunos otros en la residencia así como reclamar un trato adecuado.

Figura 3. Relaciones entre observaciones en la muestra de 2023

Relaciones entre observaciones en la muestra de 2023

En conclusión, las personas que viven en residencias de mayores tienen unos condicionantes vitales que les han hecho, por voluntad u obligación, tomar la decisión de vivir en una institución. Su situación muchas veces no es la más favorable para el desarrollo de una vida autónoma en un entorno residencial distinto al que han tenido a lo largo de su vida. Ello les hace afrontar su día a día con una mezcla de aceptación (satisfacción moderada), e incluso de una cierta satisfacción, y de rechazo que se manifiesta en quejas sobre determinados aspectos de la residencia (comida, personal, lavandería, cuidados,…). Como ya se ha visto más arriba, algunos de éstos han sido denunciados por medios de comunicación y asociaciones de familiares, lo que refuerza el valor de esta investigación, que tiene a la persona en su centro.

 

[1]1) Ayudas CSIC COVID-19 (202010E158); 2) PTI+Salud Global (CSIC; SGL2103055)

Share This