Amaya Bernal Alonso, Residente de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Escuela Nacional de Sanidad, Instituto de Salud Carlos III. Investigadora predoctoral del estudio CASS (Caregiving and Aging in Spain and Sweden; ref. PI22CIII/00043)
Cuando situamos en la misma frase los conceptos “persona cuidadora” y “persona mayor” automáticamente pensamos en personas cuidadoras de adultos mayores. La investigación científica no es ajena a esta tendencia, y la mayoría de las publicaciones sobre cuidados y edades avanzadas van en esta línea. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y diversa, y es que son muchas las personas mayores que no se identifican como personas receptoras de cuidados sino como cuidadoras.
Y es precisamente en esas personas mayores cuidadoras en las que ponemos el foco desde el estudio CASS (Caregiving and Aging in Spain and Sweden). Con motivo del día internacional de las personas cuidadoras, el pasado 5 de noviembre publicábamos un post en este mismo medio en el que destacábamos el papel de las personas cuidadoras de 65 años o más y, especialmente, el de las mujeres, en el que insistíamos en la necesidad de evitar que los cuidados contribuyan a agrandar la brecha de género que ya existe en nuestra sociedad. En esta ocasión, aprovechamos la jornada organizada por el proyecto Cuidamos+75, centrada en el envejecimiento y los cuidados en salud en personas de 75 años o más, para reivindicar el papel de las personas de esta edad que no se sitúan entre las personas receptoras de cuidados sino entre las personas cuidadoras.
CASS participó en Cuidamos+75 con una comunicación titulada ¿Y si la persona que cuida tiene más de 75 años? Análisis descriptivo de la encuesta EDAD 2020, con la que obtuvimos el premio al mejor póster. Según el análisis que realizamos de la última Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD 2020), 1 de cada 6 personas cuidadoras informales en nuestro país tiene 75 años o más. En más de la mitad de los casos se trata de mujeres, con una media de edad de 80 años, que cuidan de su pareja, también mayor de 75 años y con una limitación grave hasta en el 43% de los casos. El 63% de las personas cuidadoras en esta franja de edad lleva ejerciendo esta función 8 años o más y lo hace durante una media de 16 horas al día, el equivalente a dos jornadas laborales.
La magnitud de estas cifras nos tiene que alertar sobre el posible impacto que los cuidados puedan estar teniendo en la salud de las personas mayores cuidadoras. De hecho, según datos de la citada Encuesta de Discapacidad, el 52% de las personas cuidadoras de 75 o más años refiere deterioro de su salud relacionado con las tareas de cuidados; el 67%, cansancio; el 38% asocia sentimiento de depresión a su rol de cuidadora; el 17% afirma haber necesitado tratamiento médico por el hecho de cuidar y hasta el 18% afirma haber sufrido algún problema de salud asociado a los cuidados.
Ante estos datos se impone la necesidad de, por un lado, visibilizar a las personas mayores en su rol de cuidadoras y poner en valor sus aportaciones a nuestro sistema de bienestar. Pero también es necesario promover la investigación y la inversión en cuidados, pensando en las particularidades de las personas cuidadoras de edad avanzada. Solo mediante políticas e intervenciones adaptadas a sus necesidades específicas podremos evitar que el cuidado repercuta negativamente en la salud de las personas mayores cuidadoras.