Olas de calor, envejecimiento y cuidados a largo plazo

Jul 2, 2024

Diego Sánchez González, Universidad Nacional de Educación a Distancia


El cambio climático está evidenciando los graves problemas sociales y de derechos humanos de las personas mayores, sobre todo, con discapacidad y dependencia. Así, las personas de edad avanzada con necesidades de cuidados constituyen uno de los colectivos más vulnerables a los impactos climáticos extremos, como olas de calor e inundaciones. Sin embargo, éstas y las personas que las cuidan siguen enfrentando obstáculos físicos, económicos y sociales, como el estigma, los prejuicios y el olvido de las administraciones, que limitan su inclusión social y adaptación climática.

De hecho, el calor extremo es el responsable de una de cada tres muertes de origen climático en el mundo. Prueba de ello, en el verano de 2022 en Europa se registraron 61.672 muertes por olas de calor, de las cuales, siete de cada diez fallecidos tenían 80 y más años, sobre todo, mujeres, con enfermedades crónicas, problemas funcionales y cognitivos, con necesidades de cuidados, y residentes en países mediterráneos, como Italia y España.

Las personas de avanzada edad dependientes son muy vulnerables al calor extremo, ya que presentan factores de riesgo, como multimorbilidad, polimedicación y disfunciones del sistema termorregulador. Por ello, durante las olas de calor este grupo vulnerable puede experimentar un agravamiento de sus enfermedades crónicas y degenerativas, y un mayor riesgo de deshidratación, calambres, dermatitis, edemas, alteración cognitiva, golpes de calor y muerte. A su vez, la susceptibilidad de estas personas se ve acrecentada por el contexto social, como limitadas redes de apoyo formales e informales, sobrecarga de los cuidadores, deficiencias en el tipo y calidad de los cuidados, y barreras burocráticas; y por el contexto físico, como inadecuación e inseguridad de la vivienda, residencia de mayores o vecindario, e inaccesibilidad a servicios y equipamientos, sobre todo, en barrios marginales y comunidades rurales de regiones desfavorecidas.

La crisis climática está acentuando los efectos de la crisis de los cuidados en la vejez, favorecida por el envejecimiento demográfico, los cambios en la estructura familiar, el debilitamiento de la solidaridad intergeneracional, la falta de apoyos institucionales a la dependencia y la sobrecarga de los cuidadores, sobre todo, mujeres, cada vez de mayor edad. Así, los crecientes riesgos sanitarios (COVID-19) y climáticos están evidenciando la escasez de medios materiales y humanos destinados a la dependencia, como la debilidad de la cobertura de la ayuda a domicilio, la falta de inspecciones en las residencias de mayores, y la desprotección de las mujeres cuidadoras, como falta de capacitación, apoyo psicológico y económico, y ambientes inadaptados, lo cual tiene un impacto adverso sobre su salud y bienestar (sobrecarga, estrés, aislamiento), y la protección y cuidados de la persona dependiente (abandono, abusos). Al respecto, las limitadas políticas de salud, envejecimiento y adaptación climática han priorizado el diseño de campañas de concienciación centradas en medidas de enfriamiento para personas dependientes e institucionalizadas frente al calor, como hidratación, vestimenta y cambio de rutinas. Sin embargo, éstas han adolecido de debilidad presupuestaria para acometer la mejora de la capacitación y protección de los profesionales, cuidadores y personas dependientes, y, sobre todo, la optimización de los entornos residenciales, institucionales y de salud ante el calor extremo (localización, diseño, materiales y equipamientos que promueven el aislamiento y confort térmico). Cabe reseñar que, de no tomarse medidas de adaptación, en las próximas décadas se prevé el aumento del riesgo de daños en hospitales por peligros climáticos en países del sur de Europa, como Italia, España y Francia, comprometiendo el acceso y la calidad de los servicios de salud, y aumentando los riesgos para la salud de profesionales, cuidadores y personas mayores dependientes o no.

El futuro de los cuidados de larga duración ante la crisis climática plantea la necesidad de un cambio de paradigma a partir de un mayor conocimiento de la relación envejecimiento-ambiente cambiante, y mediante enfoques multidisciplinares y aproximaciones longitudinales, como la gerontología climática y gerontología ambiental. Precisamente, la identidad y el apego al lugar pueden constituir factores relevantes en el envejecimiento en el hogar, la prestación de cuidados y la adaptación climática. Asimismo, dicho paradigma implica la superación de modelos de protección social de la dependencia obsoletos e ineficientes, que perpetúan la desigualdad ante los cuidados y acrecientan la vulnerabilidad ante el calor extremo de la persona mayor dependiente y de la persona que la cuida. Este nuevo modelo de cuidados trata de materializar el deseo de envejecer en el hogar a partir de un enfoque proactivo y resiliente ante olas de calor, que garantice el derecho a proveer y recibir cuidados dignos en los entornos domésticos y, en su defecto, en las residencias de mayores, a través de cambios en su diseño, adecuación, estructura y organización. También, este paradigma subraya la importancia de la formación, acompañamiento y dignificación de los cuidadores desde la perspectiva de género, la inclusión social y la justicia climática. Por ello, es necesario ampliar las bases solidarias de apoyo a las personas dependientes, mediante la corresponsabilidad social y el reparto sostenible de las cargas entre las familias, el Estado, el sector privado y la sociedad (voluntariado).

La comunidad científica está tratando de desvelar los secretos de los futuros entornos físico-sociales, urbanos y rurales, amigables con el cuidado y resilientes al clima, que favorecerán la vida cotidiana, las preferencias y la protección de las personas dependientes y cuidadoras ante el calor extremo. Sus hallazgos serán claves para el diseño de programas sociales de dependencia sostenibles y resilientes, así como de medidas protectoras, programas de intervención y sistemas de alerta por calor para posibilitar la adaptación de una sociedad que envejece ante la crisis climática. Del mismo modo, será necesario transitar por nuevos senderos, aún inciertos, que alienten la reflexión y el dialogo sosegado e interdisciplinar para propiciar una mayor concienciación y conexión con nuestro entorno cambiante y poder alcanzar mayores niveles de bienestar, cohesión social, cooperación y solidaridad para poder enfrentar los retos del cambio climático y demográfico en las próximas décadas.

Proyectos asociados: Estudio Caregiving and Ageing in Spain and Sweden (CASS): tendencias, perfiles y determinantes de la salud y calidad de vida de personas mayores cuidadoras en España y Suecia (PI22CIII/00043); y Estudio sobre cambio climático y políticas de cuidado para las personas adultas mayores en América Latina y El Caribe (2021/ESCCYPDCPLPAMEA/6890).

Bibliografía:

– Sánchez-González, D. (2023): Envejecimiento, adaptación climática y políticas públicas. Retos sociales y de salud en América Latina. Valencia: Tirant Lo Blanch.

– Sánchez-González, D. (2024): Challenges and proposals on population aging and climate change in Europe and Latin America and the Caribbean: Policy paper. Paris:  Expertise France-Agence Française de Développement (AFD).

– Sánchez-González, D.; & Chávez-Alvarado, R. (2019): Envejecimiento de la población y cambio climático. Vulnerabilidad y resiliencia desde la Gerontología Ambiental. Granada: Comares.

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