La relación directa entre tráfico, contaminación y salud parece cada más clara. Las últimas noticias por contaminación en Madrid y las restricciones de tráfico que se aplican en muchas grandes urbes del mundo acaparan grandes titulares últimamente. Añadido a esto, las últimas evidencias científicas señalan el efecto de la contaminación en nuestros cerebros, y en las enfermedades neurodegenerativas.
Los últimos días conocíamos los resultados de un reciente estudio, publicado en The Lancet ha revelado que las personas que viven cerca del tráfico tienen un 7% más de riesgo de sufrir demencia. Este es un estudio más que nos alerta de algo que cada día más científicos ven como una evidencia, que la contaminación afecta a nuestra salud, y también a nuestro cerebro.

By Ruben de Rijcke (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons
El tráfico es uno de los ruidos más desagradables. Y especialmente por la noche ya que altera los ritmos del sueño-vigilia y la profundidad del sueño, lo que deriva en insomnio, irritabilidad, fatiga, reducción del rendimiento, dolores de cabeza… y muchos otros problemas que a la larga afectan al equilibro de nuestro cerebro.
Otro estudio publicado en Traslational Psychiatry afirma que para las mujeres mayores respirar aire muy contaminado por los gases de la combustión de los vehículos y otras emisiones de partículas finas casi duplica la probabilidad de desarrollar demencia. Además los efectos cognitivos de las conteminación del aire son dramáticamente más pronunciados en las mujeres que llevan una variante genética conocida como APOE-e4, que las pone en mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Otro estudio británico, publicado el año pasado en publica en The Proceedings of the National Academy of Sciences, hablaba ya de que la contaminación ambiental podría estar asociada a un mayor riesgo de padecer Alzheimer. Los investigadores descubrieron que pequeñas partículas de metal que se desprenden de los gases de escape de la combustión pueden introducirse por la nariz y viajar hasta el cerebro humano. Y una vez allí pueden causar daños en el cerebro y contribuir, por ejemplo, a la enfermedad de Alzheimer.
Este estudio evaluó el tejido cerebral de personas que habían vivido y muerto en la Ciudad de México, una zona notoriamente contaminada y encontraron nanopartículas de magnetita, un mineral igual al encontrado en muestras de aire recogidas en una calle transitada.
El estudio no es concluyente afirmando que estas partículas estén causado o acelerando enfermedades neurodegenerativas, pero aquellos individuos del estudio que habían fallecido por trastornos neurodegenerativos sí las tenían en más alta proporción.
Una vez que se ha visto que estas microparticulas llegan a instalarse entre las células del cerebro cuando respiramos, se abren más vías de investigación para saber si vivir en ciudades con mucho tráfico y en áreas contaminadas incrementa el riesgo de demencia y estas partículas son unas de sus causas.
Mientras que ya se lleva tiempo evaluando los costes de salud de la contaminación del aire en enferemedades como el asma, las enfermedades pulmonares y las cardiovasculares, el impacto de los contaminantes del aire en la salud del cerebro solo acaba de empezar a conocerse.
Una llamada de atención seria para no dejar de extremar las exigencias para reducir las emisiones contaminantes de los vehículos.