Antonio Abellán García, Alba Ayala García. Departamento de Población, CSIC. Rogelio Pujol Rodríguez. INE. Maria João Forjaz. Instituto de Salud Carlos III.
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Los últimos datos de la Encuesta de morbilidad hospitalaria 2016, del Instituto Nacional de Estadística (publicados el 25-4-2018) indican que el envejecimiento demográfico tiene una importante repercusión en algunas características del patrón de morbilidad hospitalaria. Esta se puede resumir: tendencia creciente del volumen de hospitalizaciones; la utilización de hospitales aumenta fuertemente con la edad; más de la mitad de todas las estancias están ya protagonizadas por personas mayores; el patrón general de diagnósticos está condicionado por las enfermedades de estos pacientes mayores.
El proceso de envejecimiento demográfico con la llegada continua de generaciones más abultadas a las edades de vejez, junto con un proceso de sobre-envejecimiento (envejecimiento de los ya viejos) con llegada de más efectivos a la vejez avanzada, repercuten directamente en el volumen total de hospitalizaciones, en su desplazamiento hacia edades más avanzadas y en la creciente edad media de los pacientes.
El volumen de altas hospitalarias de personas mayores (65 y más años) sigue su tendencia ascendente (Figura 1). En 2016 se registra también un pequeño aumento de las altas del resto de la población tras haber registrado varios años de descenso desde 2008, posiblemente relacionado con restricciones debido a la crisis económica (2008 y años siguientes). En 2016 se produjeron 4.844.832 altas hospitalarias en total, de las que 2.157.588 fueron de personas de 65 y más años.
Una comparación de la distribución de las altas hospitalarias por grupos de edad entre 2000 y 2016 permite apreciar gráficamente el desplazamiento de la utilización hospitalaria hacia edades más elevadas (Figura 2).
La edad media de los pacientes mayores ya alcanza los 78,5 años en una tendencia de crecimiento continuado (Figura 3); la edad media de todos los pacientes de todas las edades también sigue una tendencia ascendente, y en 2016 era de 56,1 años.
No sólo hay más altas sino también más estancias. Las estancias de personas mayores en el sistema hospitalario ya alcanzan el 56,1% (2016) de todas las estancias (Figura 4), que ascendieron a 33,8 millones de las que 19 millones corresponden a personas de 65 y más años. Esto se explica por el incremento de la población de edad y más aún de la de más edad, por tasas de morbilidad más altas a más edad, y estancias medias de las personas mayores de mayor duración que las del resto de la población.
Las tasas de morbilidad hospitalaria, medida ésta a través de las altas, aumentan con la edad (Figura 5). Un alta se produce por curación, mejoría, traslado a otro centro, fallecimiento o alta voluntaria; se puede contabilizar más de un alta de la misma persona en un año natural. Este aumento de las tasas está en relación con peores estados de salud y presencia de enfermedades crónicas; puede ser el resultado de una mayor supervivencia de personas enfermas, conseguida precisamente por una mejor atención sanitaria y no sólo por el deterioro normal provocado por la edad, entre otras causas, sin olvidar los cambios en la forma de dispensar los tratamientos.
Las tasas de altas hospitalarias son más elevadas en hombres que en mujeres sobre todo a mayores edades. Las mayores tasas femeninas en las edades de 15-44 años son producidas por episodios de embarazo, parto y puerperio. Sigue siendo una cuestión compleja el porqué de la diferencia de hospitalización entre hombres y mujeres en las edades adultas y avanzadas, a pesar de que las mujeres declaran peor estado de salud, mayor discapacidad, mayor número de visitas al médico y centros de salud, más enfermedades diagnosticadas y mayor cronicidad, indicadores cuyos valores se repiten año tras año en las distintas encuestas nacionales de salud y en los barómetros sanitarios. Las mayores tasas masculinas pueden ser debidas a varios motivos: que los hombres tienen una peor salud real no reflejada en las declaraciones de salud autopercibida, o a un patrón de enfermedades o problemas de salud en buena medida ocasionados por hábitos y comportamientos diferentes, menos saludables, y que exigen atención intensiva, o a una mayor reincidencia hospitalaria. También es posible que exista un efecto de concentración de las hospitalizaciones en un menor período de tiempo en el caso de los hombres, que tienen tasas de mortalidad más altas y por tanto menos vida restante, o un diferimiento en el caso de las mujeres por su mayor esperanza de vida, lo que acaba afectando a las tasas. Tampoco habría que descartar razones no estrictamente de salud sino de mayor o menor disposición a ingreso o a tratamientos ambulatorios, u otras causas.
El volumen de pacientes de edad condiciona el patrón general de diagnósticos hospitalarios (altas) y en consecuencia aspectos de organización y gestión. El patrón hospitalario de las personas mayores en conjunto se mantiene muy similar en los últimos años; sus hospitalizaciones más frecuentes son debidas a enfermedades del sistema circulatorio, respiratorio, digestivo, tumores y lesiones (caídas y otras) (Figura 3); las lesiones son el tercer tipo de diagnóstico en el caso de las mujeres mayores; en 2016 se utiliza ya la clasificación de enfermedades CIE10, que no afecta a resultados presentados.
Si nos preguntamos cuál es el patrón de enfermedad por edad, es decir, cómo se reparten los diagnósticos por cada cien pacientes de cada grupo de edad, observamos que a lo largo de la vejez se produce un cambio se van cumpliendo años: un aumento notable de las enfermedades del sistema circulatorio, del respiratorio (el crecimiento más importante a partir de los 90 años) y los motivados por lesiones (caídas y fracturas) (Figura 6). Si nos atenemos al volumen de altas se comprueba que las hospitalizaciones se concentran entre los 65-84 años, en años previos a la edad modal de la muerte, más temprana en los hombres que en las mujeres, y presentan diagnósticos de enfermedad circulatoria, respiratoria y digestiva; a partir de esas edades descienden fuertemente por la menor población de edad, consecuencia del aumento de la mortalidad (Figura 7).
El proceso de envejecimiento demográfico es un motor de cambios sociales. La generalización de vidas completas afecta al curso de vida de los individuos, a la composición de sus hogares y familias; tiene repercusión en otros órdenes de la vida económica y también de la organización sanitaria. La Encuesta de morbilidad hospitalaria nos permite observar cambios en la morbilidad general atendida en los hospitales, cambios relacionados con este proceso de envejecimiento. Estamos comprobando un aumento de la morbilidad hospitalaria general, que es continuadamente creciente en el caso de las personas mayores, y también más estancias (ya significan más de la mitad de todas las estancias hospitalarias), y un desplazamiento de diagnósticos hacia problemas y enfermedades más frecuentes en la vejez.
Para citar este documento: Abellán García, Antonio; Ayala García, Alba; Pujol Rodríguez, Rogelio; Forjaz, Maria João. Envejecimiento demográfico y su impacto en el patrón de morbilidad hospitalaria. Blog Envejecimiento [en-red], 27 de abril, 2018. ISSN 2387-1512. Disponible en: https://envejecimientoenred.csic.es/envejecimiento-demografico-y-su-impacto-en-el-patron-de-morbilidad-hospitalaria/