Celia Fernández-Carro, Profesora Contratada Doctora, Universidad Nacional de Educación a Distancia
La mayor parte de las investigaciones realizadas hasta la fecha han mostrado la dualidad del impacto que cuidar tiene en la salud de las personas. Por un lado, cuidar tiene un impacto negativo sobre la salud; mayores niveles de estrés, depresión, ansiedad, desordenes del sueño, irritabilidad, sobre todo si el cuidado es percibido como una carga y reduce las oportunidades para descansar, llevar a cabo proyectos personales o mantener relaciones sociales. Por otro lado, algunos estudios también han mostrado que cuidar tiene beneficios, sobre todo a nivel emocional, cuando este refuerza el vínculo afectivo y la autoestima al generar un sentimiento de “deber cumplido”. En este sentido, se ha observado una reducción de la mortalidad y aumento de la longevidad entre las personas cuidadoras comparadas con quienes no cuidan.
A pesar de la importancia de estos hallazgos, en la literatura científica existen pocos estudios que aborden esa dualidad del efecto que el cuidado tiene para las personas mayores cuando son ellas las que cuidan. Investigaciones como el proyecto “Caregiving and Ageing in Spain and Sweden (CASS)”, y su predecesor “Salud y calidad de vida de las personas mayores como cuidadoras informales de adultos dependientes desde una perspectiva de género” (IMIENS-2021-001-PII), quieren llenar ese vacío de conocimiento, abriendo nuevas líneas de investigación sobre las especificidades del impacto que cuidar tiene en la salud de las personas mayores cuidadoras.
Uno de los estudios del proyecto CASS consiste en una investigación cualitativa que explora la relación entre el cuidado y la salud en personas cuidadoras de más de 70 años. Dado que la gran mayoría de hallazgos hasta la fecha provienen de estudios de corte cuantitativo y centrados en la población general, se propone un análisis cualitativo enfocado en las personas mayores, con el que aproximar aquellos elementos del cuidado que se perciben como positivos y cuáles como negativos para la salud, así como las estrategias de autocuidado que mantienen para preservar su bienestar. El estudio cualitativo consistió en un total de 10 entrevistas realizadas durante el periodo 2018-2023 en Madrid y Valencia. Para seleccionar a las personas entrevistadas, se estableció una muestra estructural en base a tres dimensiones: el género (hombre y mujer), la disposición de una red familiar de apoyo (observada a partir de la existencia o no de descendencia), y el tipo de discapacidad de la persona cuidada (se distinguió entre enfermedades con limitaciones físicas y con deterioro cognitivo, en las que se incluyen las enfermedades mentales y neurodegenerativas).
Los resultados subrayan que los elementos que contribuyen al bienestar y malestar de las personas mayores que cuidan son heterogéneos. Destaca la percepción del deterioro y la limitación de la vida diaria de las personas cuidadoras como obstáculos para una buena salud. Así, disponer de una situación económica desahogada, de una red de apoyo sólida, aceptar la situación de discapacidad de la pareja y poner en práctica estrategias de autocuidado son amortiguadores para el malestar. Tras el análisis emergieron, asimismo, otras cuestiones como los motivos del cuidado y las expectativas de futuro, que varían dependiendo del género, la disposición de una red de apoyo, la dependencia de la persona cuidada, etc.
Creemos que los resultados de este estudio contribuyen a elaborar una visión más realista del impacto del cuidado, evitando miradas edadistas y uniformadoras sobre su papel en las dinámicas de apoyo informal y familiar. El artículo con los resultados de este análisis cualitativo se encuentra actualmente en proceso de revisión por pares para su publicación en una revista de ámbito internacional.