Vivimos muchos más años que los previstos en el diseño inicial del sistema de pensiones

May 20, 2019

Antonio Abellán García. Departamento de Población, CSIC.

Los diez años de esperanza de vida que tenían los trabajadores en el momento de establecerse oficialmente los 65 años como edad oficial para la jubilación, hace un siglo, se han más que duplicado. En 2017, con las últimas tablas de mortalidad del INE,  se alcanzaba la cifra de 21,2 años (ambos sexos) (Figura y Tabla).

El umbral oficial de la jubilación a los 65 años se había implantado en 1919, por el Real Decreto de Retiro Obrero, seguro social obligatorio. En 1963, la ley de bases de Seguridad Social mantiene la edad de jubilación en los 65 años; entonces la esperanza de vida a esa edad era de 14,2 años. Coincidiendo con el inicio de la crisis económica de 2008, esa esperanza de vida ya era de  20,0 años, justo el doble de la inicialmente existente cuando se diseñó el sistema de pensiones.

Preocupados por la crisis económica y por el hecho “estructural” del aumento de los años vividos como pensionables, el gobierno decide iniciar en 2013 un proceso de retraso de la edad de jubilación desde los 65 hasta los 67 años, que culminará en 2027, con el objeto de acortar la vida pensionable del trabajador jubilado.

¿Qué se habrá conseguido con la estrategia del retraso? En ese momento, 2027,  la esperanza de vida tras el nuevo umbral de jubilación se parecerá a la existente en el momento de iniciarse el retraso. Los objetivos realmente conseguidos habrán sido mantener al trabajador dos años adicionales cotizando y contener de momento la duración de su vida pensionable. Pero se estima que la esperanza de vida seguirá aumentando. La reducción de los años vividos como pensionables no debería seguir siendo la única estrategia que soportase los ajustes de un sistema de pensiones deficitario.

 

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