El Índice de Envejecimiento Activo de la ciudad de Madrid

May 22, 2023

Carmen Pérez de Arenaza Escribano, Vicente Rodríguez Rodríguez. Grupo de Investigación sobre Envejecimiento (GIE-CSIC). Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD)


La ciudad de Madrid forma parte de la Red Mundial de Ciudades Amigables con las Personas Mayores, por lo que está inmersa en la elaboración de un estudio de diagnóstico y en la ejecución de un plan de acción que es evaluado. En su Plan de Acción 2021-2023 se ha incluido la elaboración del Índice de Envejecimiento Activo (IEA) de 2022 como elemento de la evaluación del plan anterior (actuación 47.2). Este índice pretende medir el potencial de las personas para tener un envejecimiento activo y saludable como herramienta de medición común a toda la Unión Europea. Este marco de referencia europeo permite establecer comparaciones entre territorios y regiones, además de facilitar la toma de decisiones y orientar las políticas en esta materia. El IEA empezó su andadura en 2012, al calor del año para el Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional y por iniciativa de la Comisión Europea y de la Comisión Económica para Europa (UNECE), para lo que se constituyó un comité de expertos.

El índice está compuesto por 22 indicadores agrupados en cuatro dimensiones: empleo; participación social; vida independiente, saludable y segura; y capacidad y entornos apropiados para un envejecimiento activo (Tabla I). Ahora bien, no todas las dimensiones tienen el mismo peso en el resultado final del IEA. Mientras el empleo y la participación social son los que más cuentan, seguidos por los entornos adecuados para el envejecimiento activo; la vida independiente, saludable y segura es el que menor peso relativo aporta al IEA.

Tabla I: Dominios e indicadores IEA

Tabla I: Dominios e indicadores IEA

 

Sobre el Índice de Envejecimiento Activo

Este útil instrumento de medición es empleado por diversos países de todo el mundo, a pesar de algunas limitaciones que deben ser tenidas en cuenta, como el propio documento atestigua. En primer lugar, la selección de los cuatro dominios deja fuera del índice otras dimensiones que también podrían tener valor a la hora de pensar en el envejecimiento activo, como la protección social o la atención médica. Por otro lado, el desequilibrio en el valor de cada uno de los dominios para el cálculo final del índice orienta sobre qué aspectos se consideran supuestamente más relevantes para el envejecimiento activo, quedando en primer lugar el empleo. Esta centralidad de la contribución al mercado laboral como una de las piedras angulares del envejecimiento activo puede ser puesta en cuestión, especialmente en contextos de precariedad laboral, de diferentes estructuras económicas o incluso en distintos modelos sociopolíticos.

Por otro lado, se debe prestar atención a cómo, en un índice cuantitativo como éste, cifras más altas no son siempre necesariamente positivas, siendo imprescindible una interpretación de los datos en su contexto y en relación con sus aspectos cualitativos. Un ejemplo pueden ser las elevadas tasas de ocupación entre población mayor. Estas cifras no siempre tienen por qué reflejar algo positivo ya que pueden estar indicando situaciones de pobreza o carencia material que obliguen a continuar con el trabajo remunerado a edades avanzadas. Por otro lado, la comparabilidad del índice, pese a ser positiva por su capacidad de amplificar la mirada sobre el envejecimiento activo, puede dar por sentada cierta homogeneidad entre territorios invisibilizando diferencias sociológicas y antropológicas, clave para la interpretación de los datos. Así, al interpretar el porcentaje de personas que viven solas, puede considerarse en determinados territorios como un éxito del sistema de bienestar, mientras que en otras regiones, con códigos socioculturales diferentes, puede ser la constatación de la soledad y el aislamiento de grupos de población de mayor edad. Además, los datos sobre el tipo de convivencia no son capaces de dar cuenta de cómo se vive, de la satisfacción, de la calidad de vida o del acceso a la red de atención social.

El siguiente apunte, de corte metodológico, tiene que ver con la falta de un factor de corrección para poblaciones con una pirámide regresiva debido a que ciertos indicadores cuentan con una edad mínima (55 años) pero no una edad máxima, pudiendo suponer una desventaja a la hora del cálculo final del índice. El caso de Madrid entra dentro de esta excepción, ya que su esperanza de vida es una de las más elevadas de Europa.

El envejecimiento activo en la ciudad de Madrid

Para la elaboración del Índice de Envejecimiento Activo de 2022 en la ciudad de Madrid se han utilizado distintos instrumentos elaborados en la región con propósitos y metodologías diversas. La fuente de datos primaria es una entrevista telefónica realizada a población de 55 años y más, en una muestra de 2.022 personas. Las fuentes de datos secundarias son, entre otras, el Padrón Municipal de Habitantes a 1 de enero de 2021 y la Encuesta de Salud de la Ciudad de Madrid a 2021. Los datos sobre salud mental se han extraído de la encuesta de salud, aplicando el Cuestionario de Salud General de Goldberg (GHQ-12) en población menor de 65 años y la WHO-5 en población de 65 y más años. Teniendo esto en cuenta, la información sobre salud mental se ve claramente limitada en términos de comparabilidad.

El Índice de Envejecimiento Activo en la ciudad de Madrid fue de 39,6 con datos de 2021 y 2022, una puntuación más alta que la de España en su conjunto (34,8 en 2020) y también que la de los 28 países europeos en conjunto (36,8 en 2020). Analizando estas tres puntuaciones desagregadas según los dominios internos que componen el IEA (Tabla II), la peor puntuación obtenida en Madrid es la relacionada con la vida independiente, saludable y segura (dominio 3). En cambio, las mejores puntuaciones en comparación con las obtenidas en el conjunto de España y Europa tienen que ver con la capacidad y entornos apropiados para un envejecimiento activo (dominio 4).

La comparación entre los datos de todos los países europeos y la ciudad de Madrid indica que la participación en actividades de voluntariado y participación política es mayor en Europa en su conjunto que en Madrid. Además en lo relativo a la seguridad, Europa también parece estar en ventaja frente a Madrid, así como en la posibilidad de tener una vivienda independiente o en lo relacionado con los estudios secundarios y superiores de la población mayor. En el resto de indicadores, la ciudad de Madrid obtiene puntuaciones por encima de las obtenidas por el conjunto de los países europeos. La actividad física, la esperanza de vida, la intensidad de las relaciones sociales, el uso de internet o el interés por la formación son algunos de los indicadores con mejor valoración.

Tabla II: Comparación IEA

Tabla II: Comparación IEA

 

El dominio de empleo debe ser analizado en detalle pues, aunque no se encuentran diferencias muy significativas entre Europa y Madrid, se observa cómo hasta los 64 años la tasa de ocupación es claramente superior en la ciudad de Madrid, mientras que a partir de esa edad se invierten los datos, y el conjunto de Europa tiene mayores tasas de ocupación en población de entre 65 y 74 años.

Con la intención de observar los datos de manera precisa y en línea con lo que ya se ha comentado, mejores puntuaciones en los indicadores de cuidados no siempre implican realidades más favorables o mejores condiciones de vida en las personas mayores. En este sentido, la ciudad de Madrid tiene valores elevados en comparación con España y Europa en lo relativo al cuidado y atención de personas dependientes. Esto debe analizarse más en profundidad con la intención de detectar posibles fragilidades de la red de atención a personas dependientes y descartar situaciones donde las personas mayores y/o sus familias se encuentren forzadas a sostener unos cuidados por la imposibilidad de obtener ayuda, encontrándose así en una situación de vulnerabilidad. En este sentido, las actividades de cuidado a personas dependientes parecen haber aumentado desde el año 2018 al 2022, tanto entre hombres como entre mujeres, pese a que ellas siguen viéndose más implicadas.

Atendiendo a los resultados del IEA por sexo (Tabla III), se concluye que las mujeres puntúan peor que los hombres en todos los dominios del índice. Aquellos que acumulan mayores diferencias por sexo son el dominio del empleo y el relacionado con vida independiente, saludable y segura. Los datos se muestran coherentes con una división tradicional de los roles de género, en donde los trabajos remunerados o la participación política parecen estar masculinizados mientras que la provisión de cuidados (a menores y personas dependientes), la participación en trabajos voluntarios y la inquietud por el aprendizaje y el conocimiento obtienen puntuaciones más altas entre mujeres.

Los indicadores relacionados con la salud indican que la esperanza de vida en las mujeres es más elevada que en el caso de los hombres, lo que coincide con los datos de salud en España, pero sin embargo ellas demuestran peores condiciones de salud. Los indicadores sobre salud mental muestran grandes desigualdades de género llegando a alcanzar los 10 puntos de diferencia entre hombres y mujeres, siendo éstas las que declaran peor salud mental.

Tabla III: IEA por sexo

Tabla III: IEA por sexo

 

La tendencia es que los hombres presenten tasas de ocupación más elevadas que las mujeres en todas las franjas de edad. Estos datos pueden ponerse en contraste con mayores porcentajes de población femenina al cargo de personas dependientes, pese a que la distancia no es tan grande.

La evolución de los datos indica una mejora generalizada en los dominios del índice de envejecimiento activo entre el año 2018 y el 2022 para la ciudad de Madrid. Pese a esto, algunos indicadores como la participación política o la privación material parecen haber empeorado en estos dos últimos años. En relación al territorio europeo, se observa cómo todas las regiones han experimentado mejoras en los resultados del IEA, entre los años 2016 y 2020, excepto Luxemburgo cuyos datos informan del empeoramiento de su índice de envejecimiento activo.

En resumen, la ciudad de Madrid exhibe, independientemente de los cambios políticos, una decidida voluntad por establecer un diagnóstico continuo de la situación general de la población mayor de edad que reside en ella. El marco que lo hace posible es la pertenencia a la red española y mundial de Ciudades Amigables con las Personas Mayores bajo el amparo de la Organización Mundial de la Salud. La elaboración de un diagnóstico y la puesta en marcha de dos planes de acción (2017-2019 y 2021-2023) muestra esa voluntad. Y entre las estrategias para generar conocimiento de la realidad social madrileña y para orientar las políticas públicas de la ciudad, el Índice de Envejecimiento Activo es un elemento esencial para ello. Así lo ha entendido la administración municipal, en su apuesta por el compromiso con la ciudad para la mejora de las condiciones de vida de las personas mayores y de la población en general.

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