Sofía Gabino Fernández. JAE-Intro CSIC.
Gloria Fernández-Mayoralas. Coordinadora del Programa de Actividades de I+D ENCAGEn-CM.
El edadismo hace referencia a la discriminación por motivo de edad, a la existencia de estereotipos, prejuicios o imágenes preconcebidas sobre la vejez y el envejecimiento. Esto puede provocar la exclusión de las personas mayores por parte de la sociedad, pero también su propia auto-exclusión, al internalizar esas ideas estereotipadas y pre-configuradas sobre ese proceso y esa etapa de la vida, y al incorporarlas a la imagen que tienen de sí mismas y de su envejecimiento.
La importancia y la consideración de revertir estas tendencias se hallan plasmadas en la base del desafío 7 del marco político de actuación para el Envejecimiento Activo, de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002), donde se trata de desarrollar una imagen nueva y más positiva del envejecimiento y de las personas mayores. En la misma línea, el Informe de la OMS sobre Envejecimiento y Salud (OMS, 2015) alerta de que los estereotipos edadistas tienen una importante influencia en las políticas y en los comportamientos, haciendo así necesario luchar contra esta discriminación a través de campañas de sensibilización integradas que mejoren el conocimiento sobre el envejecimiento y ayuden a forjar una imagen más real, diversa y adecuada del mismo. Desde una perspectiva más local y urbanística, también en el plan para Ciudades Globales Amigables con los Mayores (OMS, 2007) se aborda este propósito. Precisamente, “Respeto e inclusión social” es una de las áreas temáticas que estructuran este modelo.
El Programa de Actividades de I+D ENCAGEn-CM(1) tiene como uno de sus objetivos analizar la auto-imagen de las personas mayores teniendo en cuenta sus diferentes contextos residenciales. Para ello, se están analizando, entre otras fuentes, los discursos obtenidos de entrevistas en profundidad (58 personas mayores residiendo en vivienda familiar y en vivienda colaborativa) y grupos de discusión (tres formados por usuarios de Centros de Mayores y tres integrados por personas que viven en residencias de mayores), realizados en el trabajo de campo cualitativo desarrollado por el Programa ENCAGE-CM(2) y el Proyecto ENVACES(3) en 2017.
A la luz de los primeros resultados se puede confirmar la existencia de ciertas diferencias en cuanto a la imagen que las personas mayores tienen de sí mismas en función de sus diferentes contextos residenciales. En primer lugar, parece que quienes habitan en residencias de mayores presentan una autoimagen, en cierto modo, más “estereotipada”. Estas personas se auto-perciben como menos competentes; la mayoría (sobre todo los hombres) manifiestan no haber aprendido cosas nuevas en esa última etapa de su vida o aseguran no verse capaces de tal cosa; esto incita a que tampoco muestren interés y no participen sustancialmente en actividades o talleres, ni fomenten el desarrollo de iniciativas propias. Ello se podría vincular a una menor búsqueda de la propia realización personal, lo cual parece relacionarse con el tipo de motivación que les lleva a decidirse a participar, por ejemplo, en actividades; el hecho de mantenerse distraídos o de tener la cabeza ocupada aparecen como las principales razones. Además, estas personas se ven a sí mismas como individuos más aislados y solitarios, muestran un mayor sentimiento de carga para su entorno, y son más insistentes en cuanto a sus limitaciones físicas o de salud. Asimismo, parecen incorporar unas actitudes más estereotipadas hacia las personas mayores como grupo social.
En cuanto a quienes residen en vivienda familiar, se observan diferencias cuando se tiene en cuenta su participación en centros de [recreación] para mayores o en espacios similares. En este caso, su autoimagen, de forma general, parece más relacionada con la búsqueda de la propia autorrealización o desarrollo personal: y es que precisamente es esto, el deseo de satisfacer el disfrute, los intereses personales previos…, lo que suele guiar la participación en distintos talleres o actividades. A su vez, se percibe un mayor sentimiento de competencia (manifiestan en mayor medida sus capacidades y su gusto por aprender habilidades nuevas); e, incluso, por promover u organizar diversas iniciativas. Aunque también asumen esta etapa de la vida como más solitaria, tratan de paliar ese aislamiento y soledad mediante la participación, lo cual les ayuda e incita a considerarse como personas activas. También en ellos se observa un menor sentimiento de carga y una mayor capacidad para identificar los estereotipos que la sociedad integra y reproduce sobre los mayores y la vejez.
Por otro lado, en el caso de quienes residen en vivienda familiar, pero no acuden a este tipo de centros ni participan en actividades, parece reforzarse en cierto modo un mayor sentimiento de soledad y aislamiento auto-reconocidos, y una cierta peor percepción (más pesimista) del propio envejecimiento. Quizás en estos casos el sentimiento de competencia también se vea ciertamente disminuido.
Finalmente, aquellas personas mayores que residen en vivienda colaborativa muestran una auto-imagen y visión de la vida similar a la que se identificó entre los individuos que residen en vivienda familiar y que hacen uso de los centros de mayores o de espacios participativos similares, ya que este tipo de contextos residenciales ofrece e integra en sus propias instalaciones muchas de estas iniciativas. Además, se percibe un mayor disfrute y un gusto expreso por la convivencia, por el compartir y por la comunicación diaria.
Conclusión. La imagen que las personas mayores tienen de sí mismas parece diferir en función del contexto residencial en el que se vive y de su integración en el entorno. Precisamente quienes participan en distintos espacios o actividades tienen una auto-imagen más competente, satisfecha, empoderada e incluso menos estereotipada. Pero, además, esta participación podría fomentar el desarrollo de actitudes y creencias más positivas por parte de la sociedad hacia las personas mayores, al evidenciar y poner en valor su competencia y su capacidad de iniciativa, compromiso y de servicio a la comunidad; y podría también favorecer la inclusión social de estas personas.
En este sentido, parece determinante el papel que podría jugar el Proyecto Ciudades Globales Amigables con los Mayores, y en concreto las áreas relativas a “Participación social”, “Respeto y la inclusión social” y “Participación cívica y empleo”. Es por esto por lo que su fomento y desarrollo por parte de la Administración sería de una gran utilidad e influencia a la hora de mejorar la consideración que tienen las personas mayores de sí mismas.
Referencias
OMS-Organización Mundial de la Salud (2002). Envejecimiento Activo: un marco político.
OMS-Organización Mundial de la Salud (2007). Ciudades Globales Amigables con los Mayores. Una Guía.
OMS-Organización Mundial de la Salud (2015). Informe Mundial Sobre el Envejecimiento y la Salud.
Notas
(1) Programa de Actividades de I+D “Envejecimento Activo, Calidad de Vida y Género. Promoviendo una imagen positiva de la vejez y el envejecimiento frente al edadismo” (Comunidad de Madrid y Fondo Social Europeo; ref. H2019/HUM-5698)
(2) Programa de Actividades de I+D “Envejecimiento Activo, Calidad de Vida y Género” (Comunidad de Madrid y Fondo Social Europeo; ref. S2015/HUM-3367)
(3) Proyecto I+D+I “La construcción del Envejecimiento Activo en España: Autovaloración, Determinantes y Expectativas de Calidad de Vida” (Ministerio de Economía y Competitividad y Fondo Europeo de Desarrollo Regional; ref. CSO2015-64115-R)